jueves, 12 de abril de 2012

Montse y José, biznietos de La Salamina de Olivenza

José y Montse en la pescadería Salamina de Badajoz
José Vázquez y Montserrat Rodríguez son una pareja de origen oliventino que, tras pasar toda su vida en Sant Boi y el Prat de Llobregat (Barcelona), se han afincado en la tierra de sus mayores. Desde hace un par de años regentan en Badajoz, en la barriada de Valdepasillas, una pescadería que lleva el nombre del apodo de su bisabuela común: Salamina.
El motivo de este traslado fue la separación de Montse. La dificultad de vivir en Barcelona con una hija y con su sueldo mileurista, unido al deseo de sus padres de residir en el chalet que tenían en Olivenza, es lo que hizo que todos decidieran venirse a vivir aquí. Además, unos primos empresarios de Montse le ofrecieron trabajo en uno de sus negocios. Como reconoce José, hasta aquí todo fue perfecto, pero quedaba pendiente la relación entre ellos dos, que acababa de empezar.
Tanto Montse como José llevaban más de 30 años trabajando en el comercio del pescado, por lo que desde Barcelona hicieron un estudio de mercado en la zona de Badajoz y descubrieron bastantes posibilidades de que un negocio como éste funcionase. “Y bueno, aquí estamos, -dicen los dos- trabajando en lo que nos gusta y dándole vida a nuestra relación”.
¿Qué tal está siendo la experiencia, qué tal acogida habéis tenido entre la clientela?
La experiencia en cuanto al recibimiento y trato con la gente no podía haber sido mejor, encontrándonos con unas gentes amables, acogedoras, francas y nobles. No ocurrió lo mismo en cuanto a la forma de enfocar el negocio, pues aquí el envío de productos vivos de las lonjas españolas es bastante difícil debido a problemas en las infraestructuras del transporte. Después de un año de negociaciones con los diferentes proveedores de algunas lonjas, pescados Salamina está  posicionada de forma que puede abastecer a la ciudad de Badajoz de un género que es el mismo que pueden encontrar en cualquier pueblo de nuestras costas.
¿Habéis notado diferencias en los hábitos de consumo entre los clientes extremeños y los que teníais en Barcelona?, ¿cuál es la diferencia que más os ha sorprendido?
La diferencia básica de consumo entre Badajoz y Catalunya es que aquí la gente cocina menos y lo hace de forma diferente, cociendo muchos productos que en Catalunya se suelen hacer a la plancha.
¿Conocíais Extremadura?
Montse un poco, yo no.
En este tiempo me imagino que habéis tenido oportunidad de recorrer distintos lugares de la región: ¿cuál es el que más os ha gustado?
Trujillo.
Y de Catalunya, ¿cuál era vuestro rincón favorito?
La Costa Brava.
Con la peña "Os Pelinhas" de Olivenza
José, eres muy aficionado a los deportes al aire libre, en especial el montañismo. ¿Cómo satisfaces esas aficiones ahora que estás en Olivenza?
Subiendo a la Sierra de Alor y de cuando en cuando alguna escapada a la Sierra de Gredos.
¿Nos podéis recomendar un plato de la cocina catalana y otro de la cocina extremeña?
Plato catalán: el suquet de peix. Plato extremeño: cocido extremeño.
¿Me podéis contar brevemente la historia de La Salamina, que era una antepasada común vuestra?
Resumir la historia de La Salamina en pocas palabras es difícil.
El nombre proviene de nuestra bisabuela común. Se lo pusieron porque al nacer pesó lo mismo que un celemín: 4,625kg. Al ser niña empezaron a llamarla cariñosamente Salamina.
Victoria Rodríguez, La Salamina, llegó a ser maestra. Se casó y tuvo 5 hijos, que tuvieron la suerte, en aquellos tiempos, de tener una buena formación cultural.
Castora, que así se llamaba una de las hijas, era una persona enjuta y amable. Fue una mujer a la que, al igual que su madre, le gustaba la enseñanza y, aparte de heredar la capacidad para dar clases, también heredó su mote: Salamina.
Hacía venir a su casa a las gentes más desfavorecidas del barrio y en una pequeña habitación les daba clases de historia, lengua, matemáticas, etc.; aparte de enseñar a bordar y otras actividades. La cultura comenzaba a entrar poquito a poco en muchos hogares en plena posguerra.
En 1944 los alumnos llegaban al centenar. Ante tal incremento, un osado sacerdote, con mayor influencia que Castora, solicita del ayuntamiento y del ministerio la construcción de una escuela, que fue concedida después de mucha insistencia. Todo el mérito se adjudicó injustamente a dicho sacerdote, llevando el colegio del barrio su nombre.
No sabemos quién ha desempolvado esta historia, pero me alegro de que se haya hecho. Olivenza estaba en deuda con Castora. Reconocer públicamente su callada labor y su aportación personal a la educación y la cultura es un mérito que no se le podía negar.  
El Ayuntamiento de Olivenza, para honrarla, construyó un centro cultural y le dedicó el nombre de una calle, en un acto público, además de hacer un estudio sobre su vida, del que se entregó una copia a la familia, guardando otra en la biblioteca municipal.

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